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En Una Noche De Insomnio

( En honor a mi fobia eterna y a quien le puso el nombre)

Hoy tengo un vestido blanco –de esos de antaño que son muy ridículos- y me encuentro sentada bajo la luna al filo de un precipicio –disculpen que no mencione el lugar pero ni yo sé donde estoy- concibiendo un deseo, un nuevo deseo que juega con mi mortalidad, que se apodera de mi dizque razón. Estoy elaborando un plan, algunos seguramente pensarían que es un tanto cruel pero si lo piensas bien es tan solo un disfrute de lo placentero. Es algo más intenso y duradero que el amor, es el dolor; el dolor más grande y sublime.

Quiero morder mis labios hasta verlos sangrar; quiero hacerlo una y otra vez hasta ya no sentirlos, quiero percibir la furia roja correr por mi cuerpo para que logre enredarse en el, deslizándose lentamente por cada milímetro de mi piel hasta que logre arañarlo y que se detenga unos instantes en aquellos precipicios que en un momento dado desearon ser explorados. Disculpen este complejo psicópata pero quiero destrozar mis labios, añoro estar al filo de la muerte, quiero ser una de sus candidatas para sentir el dolor más profundo.

Tan solo quiero destrozarlos a mordiscos; quiero sentir el dolor húmedo de la sangre; quiero enjaular en un mar rojo a mi lengua, quiero ahogarla dentro de mi maldad, de mi dulce maldad, para darle vida, más movimiento –sé que mi lengua gozará bailar la danza prohibida con un vestido rojo –porque dicen que es más pasional.

Cerraré los ojos –enserio se disfruta más así- y amaré más a la sangre; deseo ser su juguete, quiero que cubra mi vestido blanco con su esencia, quiero sentirme parte de ella. La sensación se ha vuelto insoportable, se está saliendo fuera de mis dominios –y eso me encanta-, mis dientes ya tienen lástima de mis labios, se compadecen de ellos. Los estoy destrozando y lo disfruto –por eso no puedo parar-, realmente me produce placer, es delicioso saborear mi sangre –solo la mía, no creo que me guste la de usted, sería muy ácida y lo que yo busco es un dulce envenamiento.
La vida se ha vuelto cada vez más caprichosa en tan solo unos instantes; ha asimilado dentro de mí a la tristeza con el dolor, pero yo me encargo de desembocarlos en un hondo placer; en sangre, en sangre y más sangre.

Mis labios ya comenzaron a desintegrarse, cada pedazo está rozando mi garganta, pequeños trozos de carne humana estás colgando en mi vestido; sigo sangrando y la furia corre incontrolable, mi razón no la puede alcanzar, mi razón ya se ha rendido. Hoy tan solo deseo que mi fobia bese mi corazón hasta desintegrar mi miedo, deseo que mi fobia me consuma en placer; hoy más que nunca amo al dolor y a la sangre.

Mis labios traspasaron el límite de su génesis y ahora están completamente destrozados, con el dolor en su máximo esplendor, con la maldad nadando en mis neuronas y con algunos encajes rojos en mi vestido; ahora me encuentro lista para averiguar dónde estoy y comenzar a buscarte, para morir besándote –hoy déjame ser feliz.